sábado, 1 de junio de 2013

Un obispo sin pelos en la lengua

Será que uno no está acostumbrado a que visiten nuestro humilde colegio personas de tanta relevancia. El hecho es que, tras el paso por nuestra casa del señor Consejero de Educación, poco hacía prever que la visita de nuestro Arzobispo, traspasará los  límites de lo estrictamente protocolario. 
Nada más lejos de la realidad. Tras unos primeros compases de "tanteo"  en los que don Francisco desgranó sus orígenes humildes, la importancia  de su familia, su relación familiar con las Hijas de la Caridad, así como su experiencia personal con el Papa Francisco; el encuentro tomó un cariz distinto cuando Miguel Santiago le preguntó por su visión de la juventud actual. Como sí hubiese recibido un aguijonazo como acicate, cambio el semblante de don Francisco  para pasar a desgranar los temas más candentes y sensibles para los jóvenes.  Comenzó aludiendo a sus experiencias personales  con la droga, cuando era un  sencillo cura de barrio en Madrid,  llegando a acoger literalmente en sus brazos a jóvenes destrozados, y haciendo un llamamiento a ser valientes y a saber decir no a quien propone arruinarte la vida. Igualmente habló del sexo, del valor de la castidad en relación con la superficialidad de una sociedad donde no hay verdadero amor. También mostró su preocupación por la necesidad de los jóvenes de recluirse en  bajeras, piperos, o como él mismo definió: "cuarticos". Dejó bien claro que el placer, egoísmo y la pasión nos alejan del verdadero amor. 
El momento más álgido vino al abordar el tema del aborto, recordando sus experiencias con personas que han protagonizado o colaborado en la comisión de un aborto, sus frustraciones, así como su angustiosa búsqueda de la paz perdida. Constató el hecho de que  un discapacitado hace crecer el amor en una familia, al tiempo que criticó el silencio cómplice de profesionales del ámbito sanitario: médicos, psiquiatras, psicólogos sobre los traumas generados.
Acabó recordando cómo la Iglesia pone el dedo en el pecado, pero también en el perdón.
La atención con que  nuestro alumnos de los cursos superiores siguieron las palabras de don Francisco, fueron el mejor indicador de que su visita  distó mucho de ser un acto protocolario. De igual modo, poco tuvo de protocolario el almuerzo que a continuación  tuvimos oportunidad de degustar los profesores con don Francisco y nuestro entrañable "pater" Santi Arellano, que en todo momento acompañó a nuestro Arzobispo en su visita. La visita de un obispo sin pelos en la lengua.

kathylaboure.blogspot.com












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