III Domingo
Ordinario A (Mateo 4, 12-23)
El
Reino -la gran obra que se inicia con Jesús- es, ni más ni menos, cambiar
el mundo, construirlo según el proyecto del
Padre.
Pero
Cristo no quiere construirlo en solitario;
y por eso, tal y como hizo
con aquellos pescadores, nos invita a participar de una conversión que
consiste en percibir la cercanía del cielo en la tierra.
Esa
experiencia comienza por una
transformación del corazón, que es posible gracias a que Dios ha
entrado en nuestra historia.
(Fuente: Taco-Calendario del Corazón de Jesús y Revista Magnificat)
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