VI Domingo del Tiempo Ordinario, ciclo C (Lucas (6,17.20-26)
En
la historia han existido hombres y mujeres en los que las bienaventuranzas se
han encarnado y han vivido en la pobreza sin caer en la amargura, han llorado
sin perder la esperanza y no guardan rencor hacia los que les persiguen. ¿Qué
lo hace posible?
La
razón es la cercanía de Dios, experimentar ya aquí y ahora el amor redentor de
Cristo y agradecer el poder participar de su vida. El que descubre a Cristo ya
es feliz, aunque todo lo que reciba en este mundo no sea más que anticipo de la
plena felicidad que se nos promete en el cielo. El tesoro ya está aquí: es el
mismo Jesús que nos ofrece su amistad y en él está nuestra vida.
http://www.usccb.org/bible/readings/021625.cfm
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