lunes, 30 de septiembre de 2013

El arte de la corrección. Hebreos 12, 5-13



Hebreos 12, 5

5. Habéis echado en olvido la exhortación que como a hijos se os dirige: Hijo mío, no menosprecies la corrección del Señor; ni te desanimes al ser reprendido por él.
6. Pues a quien ama el Señor, le corrige; y azota a todos los hijos que acoge.
7. Sufrís para corrección vuestra. Como a hijos os trata Dios, y ¿qué hijo hay a quien su padre no corrige?
8. Mas si quedáis sin corrección, cosa que todos reciben, señal de que sois bastardos y no hijos .
9. Además, teníamos a nuestros padres según la carne, que nos corregían, y les respetábamos. ¿No nos someteremos mejor al Padre de los espíritus para vivir?
10. ¡Eso que ellos nos corregían según sus luces y para poco tiempo!; mas él, para provecho nuestro, en orden a hacernos partícipes de su santidad.
11. Cierto que ninguna corrección es de momento agradable, sino penosa; pero luego produce fruto apacible de justicia a los ejercitados en ella.
12. Por tanto, levantad las manos caídas y las rodillas entumecidas
13. y enderezad para vuestros pies los caminos tortuosos, para que el cojo no se descoyunte, sino que más bien se cure.


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