XXV Domingo
Ordinario C (Lc 16, 1-13)
En
el pasaje de la parábola del administrador injusto, Jesús no alaba su
corrupción sino su astucia.
Dios nos ha
constituido a todos en administradores
de sus bienes con los dones que nos ha dado a cada uno, y que van mucho
más allá de los bienes materiales. Su deseo es que los empleemos en bien de los
demás, siendo ese también nuestro bien.
Debemos
ser listos, pero llevando una vida al estilo de Jesús. Porque de eso
depende la fe de muchos: “que al ver vuestras buenas obras reconozcan a vuestro
Padre de los cielos".
Fuente: Taco-calendario
del Corazón de Jesús. Revista Magnificat.
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