Mediante la parábola de Lázaro y el rico banqueteador, Jesús envía un mensaje estremecedor: la justicia final no es una simple compensación a nuestra situación presente; sino que está más relacionada con el uso que hacemos de nuestra libertad.
El rico, absolutamente insensible a las necesidades del prójimo, ya había realizado su particular justicia en la tierra.
En el sombrío final de la parábola, Jesús describe así una realidad comprobable: si ante el dolor y la miseria permanecemos impasibles y hacemos caso omiso de las Sagradas Escrituras, es que nuestro corazón está muerto. Y, por lo tanto, no hay remedio.
Fuente: Taco-calendario del Corazón de Jesús; revista Magnificat.
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