jueves, 7 de noviembre de 2019

PARA ÉL TODOS ESTÁN VIVOS


XXXII Domingo del Tiempo Ordinario C (Lucas 20, 27-38)

Cómo puede resucitar el cuerpo sobrepasa nuestra imaginación, pero es algo que sabemos por la fe y que tiene su fundamento en el hecho de que Jesús venció a la muerte y resucitó. La pregunta de los saduceos se mueve en el horizonte de que solo lo material es real y que, por lo tanto, la realización del hombre debe darse en ese horizonte. Si llegaran a imaginar una resurrección, no sería sino un retornar a un mundo semejante a este, en el que las satisfacciones y alegrías serían parecidas a las que ahora podemos gozar.
Jesús señala, sin embargo, que la vida resucitada es distinta a esta, en cuanto que ya no está sujeta a los límites que ahora experimentamos. Es una vida en la plenitud del amor de Dios, en la que todo queda transformado. Esa verdad no minusvalora el mundo actual, sino que ayuda a comprender mejor su sentido. Estamos llamados a la resurrección, comprendemos que lo más importante es buscar esa plenitud que nuestro corazón anhela y que solo encontramos en Jesucristo. A la luz de la resurrección de la carne, la vida que ahora tenemos queda valorizada. Ni el cuerpo es un amo terrible que nos amenaza con sus exigencias ni tampoco un objeto de consumo. Jesucristo ha vencido la muerte y así nos ha abierto un camino hacia la vida eterna.

 (Fuente: David Amado Fernández, revista Magníficat)

Lecturas de la Misa de este Domingo.

This Sunday´s Holy Mass Readings



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