Crónica de la charla sobre drogas y alcohol
dentro del programa Plan Director, 3º ESO A.
De rotunda,
objetiva y clarificadora podíamos considerar la charla que Roberto, miembro del
Cuerpo Nacional de Policía, ha impartido al alumnado de 3º de ESO en la mañana
del lunes 14 de mayo sobre drogas y
alcohol.
Enmarcada dentro
del Plan Director, la intervención de Roberto ha dejado de forma muy clara y
sin entrar en moralinas, las consecuencias que trae el consumo de drogas. Se ha
dirigido a nuestros jóvenes de forma directa, como si se tratara de adultos,
logrando captar y mantener su atención en un tema de tanta transcendencia.
Tras una
introducción genérica sobre el cambio de comportamiento, la euforia, depresión,
dependencia y tolerancia derivadas del consumo de estupefacientes. Ha habido
una primera alusión a la heroína, en el
sentido de que fue una auténtica lacra en la España de los años 80, que su
consumo en la primera o segunda dosis ya crea adicción, y como,
desgraciadamente, está volviendo a ser consumida de un tiempo a esta parte.
Expresiones como “Yonki de mierda” o “deshecho de la sociedad” pasaron de ser
atribuidas a los heroinómanos, a usarse para los consumidores de las drogas de
diseño. Originarias de los medicamentos y en las que pronto, gente sin
escrúpulos puso sus ojos para enriquecerse con su tráfico ilegal.
Tras aludir a los
alucinógenos tales como el LSD, hongos, etc... llegó el turno de las drogas
“socialmente admitidas” tales como el alcohol y el tabaco.
Del primero se hizo mención al hecho de ser
la principal droga depresora, a pesar de la sensación de “subidón” que puede
generarse en los primeros compases de su consumo. La diferencia entre el
alcohol fermentado, en torno a 5º , respecto al destilado, que puede ir desde
16 a 45 º y la gran predisposición que genera en muchos de los casos de muertes
violentas, caló mucho entre el alumnado.
Respecto al
tabaco, se nos informó de cómo el 30 %
de todos los cánceres detectados en el mundo, son a consecuencia del
tabaco, subiendo la cifra, en el caso de los cánceres de pulmón, al 90%. Así
mismo se nos recordó que el alquitrán adherido a los pulmones no viene del
tabaco en sí o de la adictiva nicotina, sino de la combustión del papel
envoltorio. El tabaco dista –al contrario de lo que se cree- de ser relajante,
y su legalidad tiene mucho que ver con los pingües beneficios que conlleva su
comercialización.
Sin
solución de continuidad se abordó el tema del cannabis y sus distintas
variedades, todas ellas portadoras del compuesto activo denominado tetrahidrocannabinol (THC): así pasaron por la
pantalla la marihuana “María”, hojas y tallos puestos a secar, conteniendo un
5% de THC; hachís, costo o chocolate en
formato de resina con un 20% de THC, y por último, lo que muchos desconocíamos:
el aceite de cannabis, o estado líquido fruto de la destilación, con un 85% de
THC. Para los que desconocían este dato, se nos informó de que el consumo de
cannabis sólo es “legal” en los domicilios particulares, mientras que su
consumo en la vía pública está penado con 600 euros de multa. Ni que decir
tiene que la “comercialización” es ilegal en cualquier ámbito. Terminó este
particular “paseo” por el cannabis, informándonos de que su consumo deja su
“tarjeta de visita” en nuestra sangre durante semanas, mientras que la cocaína
mantiene “reminiscencias” en nuestras venas durante semanas. Y fue a ella a la
que Roberto dedicó los siguientes minutos, aludiendo inicialmente a la idea de
que se trataba de la droga de la gente “guay” triunfadora en esta vida. El clorhidrato de la cocaína es un alcaloide de la planta de la coca del que un gramo alcanza fácilmente el precio
de mercado de 60 o 70 euros. Teniendo en cuenta que un “enganchado”
viene a necesitar tres o cuatro gramos diarios, se puede echar cuentas de lo
incompatible que resulta su consumo, no sólo para la salud, sino para la
economía media de cualquier persona.
Una
charla intensa, interesantísima, sin
desperdicio alguno, en la que se nos recordó que la droga no es mala por ser
ilegal, sino al revés, y que el que pierde un mal amigo, no sabe lo que gana .
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