Lo que somos, el sentido de nuestra vida con sus momentos dulces y amargos, sólo se ilumina desde el acontecimiento de la Resurrección de Cristo.
El cuerpo traspasado, triturado del Señor no está allí. No es tal y como lo habían depositado. El grano de trigo ya no está, no es; se ha convertido en hermosa espiga capaz de dar vida abundante, de alimentar a la humanidad y de alegrarla en sus quebrantos.
(Fuente: revista Magnificat)
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