VI Domingo del Tiempo Ordinario, ciclo B (Marcos 1, 40-45)
Campaña
contra el hambre de Manos Unidas.
En
el pasaje de la curación del leproso vemos la respuesta de Dios al aislamiento
en que cae el hombre como consecuencia del pecado. La respuesta es Jesucristo.
¿Qué vio el leproso en Jesús que le movió a transgredir la norma que le impedía
acercarse a los demás? Sin duda, percibió su misericordia. El pecado, cuando
arraiga en nuestro interior, tiende a deformar la imagen de Dios. A veces, lo
convierte en alguien terrible del que es preciso mantenerse alejado. A veces,
nos ilusiona con una pretendida relación con Dios que no pasa por su misericordia.
Ante el Dios que desciende y se
acerca a nosotros, él leproso se aproxima y se arrodilla, expresando toda su
confianza en Jesús, pero, al mismo tiempo, deja espacio a su libertad. Pide,
pero no exige. De esa manera nos enseña a ponernos ante la misericordia de
Dios. El querer de Jesús libera su poder. Jesús quiere darnos la salvación,
pero espera a nuestra fe. La fe abre el cauce para que el poder de Jesús
circule libremente y limpie nuestro corazón.
http://www.usccb.org/bible/readings/021124.cfm
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