Interesante artículo de Antonio Sánchez Asín, publicado por DIARIO DE NAVARRA el 17 de septiembre de 2022.
En Estados Unidos, los colegios que estuvieron a la cabeza en el reparto de ordenadores entre sus alumnos decidieron dar un giro de 180 grados
MICHEL Desmurget (2020) en su libro La fábrica de cretinos digitales, hace una revisión exhaustiva sobre las leyendas de los dispositivos digitales y su influencia positiva en el rendimiento académico de los alumnos. Trataré de recoger algunas de ellas en este artículo, cuando estamos en el comienzo del curso escolar 2022-2023, para aportar una reflexión en los sectores educativos. El discurso mediático en torno a las pantallas, suele estar contaminado de supuestas conclusiones; ello pone en cuestión la escasa fiabilidad de los especialistas que se consultan en numerosas investigaciones e informes, que hacen referencia a las bondades de la digitalización en el campo escolar. En Estados Unidos, los colegios que estuvieron a la cabeza en el reparto de ordenadores entre sus alumnos, hace unos diez años, decidieron dar un giro de 180 grados, en vista de la falta de resultados concluyentes: no existían pruebas de que se produjera impacto en los resultados académicos.
Algunas razones que se aducen para poner en cuestión muchas investigaciones, ponen el énfasis en que existen intereses comerciales de las compañías que patrocinan las investigaciones. Se insiste en que ha primado, en muchos casos, el interés económico de las editoriales; se han emitido conclusiones desde estudios metodológicamente correctos, pero que han llevado al extremo las conclusiones, demostrándose que muchas de ellas eran incorrectas. No habría que cuestionar tanto la herramienta utilizada para el estudio científico, sino la credibilidad de aquellas personas que por ignorancia o mala fe, desvirtúan su uso. Al respecto, recoge una frase de George Braque: “La verdad existe, sólo se inventa lo ilusorio”. Para el filósofo Gaston Bachelard existe una ruptura entre conocimiento común y conocimiento científico; el primero se basa en sensaciones subjetivas, el segundo se basa en hechos controlados. Mencionar el sentido común para dar un barniz de credibilidad a lo que son simplemente opiniones, se debe considerar como una estafa intelectual. Para este autor, opinión, sentido común y saber son tres cosas diferentes. “Si no tienes datos, eres una persona más con una opinión”.
La brecha entre algunos discursos en los medios de comunicación, en asuntos sensibles, y el conocimiento científico, en cuanto aparecen las primeras investigaciones, crece enormemente y, con frecuencia, los legisladores se apresuran para tomar cartas en el asunto sin establecer un contraste riguroso entre los primeros y los segundos. Ocurre con bastante frecuencia que hay personas que se presentan a sí mismas como expertas digitales, y suelen ser asiduos en los medios, para emitir discursos en torno al mundo digital, ocultando su desconocimiento de lo que intentan vender, sin citar una evaluación precisa de la literatura científica del tema que exponen. Tratan de hacer creer que las tabletas, la televisión, los Smartphone, los ordenadores, los videojuegos y otros similares, tienen efectos positivos sobre el desarrollo de los niños y su rendimiento escolar, cuando existen montones de estudios científicos que tratan de demostrar lo contrario, como bien recoge Michel Desmurget en el libro que referencio.
Se precisa reflexionar de modo objetivo para desmontar las leyendas sobre el verdadero impacto positivo de los dispositivos digitales en el rendimiento académico. Para el autor del libro, las pantallas han producido una sustancial transformación en el funcionamiento intelectual de los jóvenes en su forma de relacionarse con el mundo, señalando tres rasgos que los caracterizan: el paso frenético de una tarea a otra, la impaciencia y el trabajo en equipo, pero muchos alumnos huyen del razonamiento demostrativo, deductivo, paso a paso, y prefieren el tanteo que ofrecen los hipervínculos. Han crecido con Internet y no se pueden desligar de él, ya que dominan la tecnología y su lenguaje. Son como prolongaciones de sus cerebros. No obstante, presentan dificultades para procesar, clasificar, ordenar, evaluar y sintetizar la información que encuentran en las redes. De acuerdo con numerosos investigadores, el menú de muchos niños se articula en torno a actividades lúdicas: redes sociales, videojuegos, comercio electrónico, SMS, videoclips, vídeos, películas, series, etc. Estas herramientas se pueden consumir sin necesidad de esfuerzo ni competencias, pues sólo sirven para divertirse. Es preciso adquirir conciencia de que estos discursos acientíficos son los que están comenzando a guiar la política educativa en nuestros colegios, lo cual tiene algo de aterrador. “Para encadenar a los pueblos, hay que empezar por adormecerlos” (Jean Paul Marat).
Antonio Sánchez Asín. Psicólogo y Pedagogo
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