La Presentación del Señor - Jornada de la vida consagrada ( Lucas 2,22-40)
En
la fiesta de la Presentación de Jesús en el Templo celebramos un misterio de la
vida de Cristo, vinculado al precepto de la ley de Moisés que prescribía a los
padres, cuarenta días después del nacimiento del primogénito, que subieran al
Templo de Jerusalén para ofrecer a su hijo al Señor y para la purificación
ritual de la madre. Además del rito, comprendemos que en ese momento es Dios
mismo quien presenta a su Hijo unigénito a la humanidad mediante las palabras
del anciano Simeón, quien proclama que Jesús es la «salvación» de la humanidad,
la «luz» de todas las naciones y «signo de contradicción», porque desvelará las
intenciones de los corazones.
En
concomitancia con esta fiesta litúrgica, el venerable Juan Pablo II, a partir
de 1997, quiso que en toda la Iglesia se celebrara una Jornada especial de la
vida consagrada. Si no existiera, el mundo sería mucho más pobre. Más allá de
valoraciones superficiales de funcionalidad, la vida consagrada es importante
precisamente porque es signo de gratuidad y de amor, tanto más en una sociedad
que corre el riesgo de ahogarse en el torbellino de lo efímero y lo útil.
(Fuente: Benedicto XVI, revista Magníficat)
Lecturas de la Misa de este Domingo.
This Sunday´s Holy Mass
Readings
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