XXVI Domingo del Tiempo Ordinario, ciclo B san Marcos (9,38-43.45.47-48):
No se debe impedir a nadie que haga el bien en nombre de Jesús, tampoco cuando nos deja a nosotros en evidencia o sin público. Por el contrario, hay que descubrir el bien, insignificante a los ojos del mundo, pero que no quedará sin recompensa. El valor de las obras está en la caridad, sea porque se hace en nombre de Cristo, sea para socorrer al que es de Cristo.
La humildad de
la caridad se manifiesta en la delicadeza. Podemos escandalizar enseñando cosas
malas, enseñando mal cosas buenas o contradiciendo con nuestras malas acciones
el bien que enseñamos. Los «pequeñuelos que creen» son un criterio no solo para
lo que hacemos, sino también sobre el modo de realizarlo. La «piedra de molino»
señala la radicalidad de la enseñanza de Cristo. Nunca los pequeños pueden ser
despreciados, postergados, ni considerados como un daño colateral.
En la última
parte del evangelio de hoy, Jesús nos exhorta a que no tengamos ninguna
connivencia con el mal. Así, algunos comentaristas han señalado que las
referencias a la mano, el pie y el ojo indican una progresión en la conciencia
moral: no obrar nada mal (mano), no ponerse en situación de cometerlo (pie), no
darle cabida en nuestro pensamiento (ojo).
L-I-B-TPO ORDINARIO 20-26 – LECTURAS DE LA
MISA (wordpress.com)
http://www.usccb.org/bible/readings/092924.cfm