Hoy 28 de noviembre de 2020, Santa
Catalina Labouré, es buen momento para degustar y reposar el gran Día de la
Medalla Milagrosa que –a pesar del COVID 19- pudimos disfrutar ayer. En este sentido,
lo primero que procede es reconocer el gran mérito del equipo de pastoral del
colegio en todos sus niveles, que ha mantenido el mismo espíritu de celebración
y acción de gracias de años anteriores.
En la eucaristía de las 9:15 en
secundaria –donde no faltó la consabida exaltación pro-donostiarra a cargo de
Páter Juan- se nos recordó la fortísima devoción a la Medalla Milagrosa en
nuestra ciudad, la cual hace estremecer hasta al más rudo varón, y llena de fieles la emblemática Iglesia de la Milagrosa día
tras día, a lo largo de la Novena. También hubo una reflexión de mucho calado
al respecto del calendario presente en nuestras aulas y casas, el calendario de
la Virgen Milagrosa. No se trata de un calendario más, sino de uno que se besa
con el fervor de todo aquel hijo que sabe que su Madre está presente en su vida
las veinticuatro horas del día.
Con la fe de que la
serpiente que la Virgen Milagrosa aplasta es también el COVID 19, pedimos con
más fuerza que nunca por el fin de la pandemia y por todas las personas que han
sido víctimas de ella.
¡Oh María sin pecado concebida,
rogad por nosotros que recurrimos a vos!
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