Recuerdos de la romería al Monasterio de Iranzu del pasado 5
de mayo de 2017.
Aunque en algunos
momentos –debido a las inclemencias meteorológicas- pudimos sentir resonar
la cita de Mateo 8:20: “… Las zorras tienen madrigueras y las aves
del cielo nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza.” La
romería del pasado viernes fue una auténtica gozada dentro de una jornada de
contrastes.
Las nubes que progresivamente encapotaban el cielo conforme
avanzábamos en nuestro trayecto de ida, no
hacían presagiar una jornada idílica. Ya en la Parroquia de la Asunción
de Abárzuza, la “inyección de moral y fe”
que nos dio Páter Santi, a la hora de recordar el fervor con el que los
habitantes de nuestros pueblos levantaron semejantes iglesias, contagió
nuestros ánimos, e hizo que la lluvia fuera una compañera más de la romería.
Francamente de poco o nada sirve quejarse, y bien vale un sacrificio, si este se convierte
en oración. A los pies de la Virgen de Iranzu recordamos la importancia de este
año, centenario de las Apariciones de Fátima, y víspera de la canonización de
los niños-videntes Fran cisco y Jacinta.
Como broche, la repentina y gratificante aparición de los
rayos solares por los vitrales que están detrás de la Imagen de Nuestra Señora.
Parecía que nuestra celebración le hubiese complacido, y nos regalara un
estupendo tiempo de esparcimiento antes de volver a Pamplona.
No hay comentarios:
Publicar un comentario