Crónica del testimonio de una voluntaria de
Ayuda a la Iglesia Necesitada, a las puertas de la SEMANA DE ORACIÓN POR LOS CRISTIANOS
PERSEGUIDOS.
Viernes 3 de febrero de 2017
Una de las primeras frases relevantes del
papa Francisco fue:
“..La Iglesia no es una ONG piadosa…”
Claro ejemplo de
ello ha sido el testimonio que María –voluntaria de Ayuda a la Iglesia
Necesitada- nos ha transmitido esta mañana.
La Iglesia, sin menospreciar la labor de otras tantas y tan buenas
instituciones, no se limita a asistir a las necesidades físicas y materiales
de los que sufren, sino que también intenta hacer llegar a todos los rincones
del mundo la esperanza del Evangelio.
Los orígenes con
el padre Werenfried van Straaten, popularmente conocido como “Padre Tocino”,
las odiseas por construir iglesias cuyos tejados no fueran comidos por los
elefantes o las termitas, los sacerdotes que pueden ejercer su ministerio a lomos
de “burritas”, han constituido la parte anecdótica de la intervención.
Más
conmovedora ha sido la puesta en conocimiento de la realidad de los
cristianos en lugares como China, Arabia Saudí
o sobre todo en Libia, con el azote del Estado Islámico.
Escalofriante ha resultado recordar la
tragedia de los 24 mártires cristianos coptos decapitados en Libia, asistiendo
con desazón a la poca repercusión mediática que tal canallada tuvo en los
medios de comunicación si lo comparamos
con otros atentados acontecidos en Europa.
Con todo, el
testimonio ha terminado con la esperanza transmitida por la madre de uno de los
mártires que, lejos de adentrarse en lo que podíamos calificar de una lógica ansia de venganza, daba gracias
a la providencia porque su hijo mártir goce ya de la gracia reservada a aquellos
cuya sangre ha sido derramada por su fe en Jesucristo.
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