XXX ORDINARIO A (Mateo 22, 34-40)
Si decimos
que amamos a Dios pero no amamos de verdad al prójimo,
podemos sospechar que nuestra piedad no es verdadera.
Si pensamos
que amamos al prójimo, pero no amamos a Dios primero dedicándole
directamente tiempo y vida, nuestras
solidaridades no son tan cristianas
como nos parece.
Sólo la unión indisoluble entre
el amor a Dios y el amor al prójimo es garantía de autenticidad cristiana .
(Fuente: “Sembrando la Palabra”
Fernando –cardenal- Sebastián.)
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