XXXI Domingo del Tiempo Ordinario C (Lucas 19, 1-10)
Zaqueo, un hombre despreciado, oye que el famoso rabino, Jesús, está pasando
por el pueblo, y por eso se sube a un árbol para verlo mejor.
He aquí la primera lección de esta historia: ¡nunca
te rindas! Zaqueo sabía por qué lo odiaba la gente; y probablemente se
despreciaba a sí mismo por las mismas razones. Sabía que era un tramposo y un
traidor, absolutamente indigno de la misericordia de Dios. Pero trepó al árbol
de todos modos. Ese simple gesto, ese mínimo de curiosidad o hambre espiritual,
es todo lo que el Señor necesita.
Y esto nos lleva a la segunda lección. Jesús ve a
Zaqueo y, sin la menor vacilación, le dice: «Zaqueo, baja deprisa, porque hoy
debo hospedarme en tu casa». Esta es la invasión de la gracia. Sin pedir
permiso ni exigir que Zaqueo demuestre calificaciones impresionantes, Jesús
entra en la vida del otro de forma contundente. La casa aquí es como una
representación del alma del hombre. No importa cuánto hayas pecado, no importa
cuánto te hayas alejado del Señor, no importa cuán indigno te sientas, abre tu
corazón aunque sea un poquito, y la gracia te colmará.
Pero luego observemos lo que sucede: «Zaqueo… le
dijo al Señor: “He aquí, la mitad de mis posesiones se la daré a los pobres, y
si robé algo a alguien, lo devolveré multiplicado por cuatro”». Esta es la
tercera y última lección: la gracia es gratis, pero no es barata. Una vez que
dejes entrar a Cristo en tu casa, ¡Él la renovará!
(Fuente: Monseñor Robert Barron, revista Magníficat)
Lecturas de la Misa de este Domingo.
This Sunday´s
Holy Mass Readings